viernes, 7 de octubre de 2016

¿Somos buenos los españoles traduciendo películas?

La traducción cinematográfica en España

Isabel Negro Alousque publicó un estupendo artículo que os animo a leer en el que analiza las distintas modalidades de traducción y los factores lingüísticos y extralingüísticos que determinan el uso de una u otra modalidad. A grandes rasgos, la traducción cinematográfica se vale básicamente de estas cuatro técnicas:

  • Traducción cero. Se produce cuando se conserva el título original. En estos casos no se cumplen las normas lingüísticas de la lengua terminal, dando como resultado títulos no informativos que son incapaces de establecer un primer contacto entre director y espectador si este no lo entiende. En ocasiones el título original va acompañado de un texto explicativo en la lengua meta. Un ejemplo: ‘Ghost (Más allá del amor)’.
  • Traducción literal. Esta técnica facilita la identificación de la película. Ciertos títulos traducidos de forma literal van acompañados del título original entre paréntesis por distintos motivos legales. ‘El Mejor (The Greatest)’ sería un ejemplo claro.
  • Adaptación. Se da cuando el título original se adapta a la lengua y a la cultura meta, como por ejemplo en ‘Lluvia de albóndigas’, que nace del ‘Cloudy with A Chance of Meatballs’ original.
  • Creación. Esta es la técnica que más dolores de cabeza nos da y la razón de la existencia de todos esos títulos horrorosos que nada tienen que ver con los originales. Puede deberse a muchos motivos, entre ellos el puramente comercial, pero normalmente estos nuevos títulos intentan dar pistas sobre la trama. Y en ocasiones dan demasiada información.
La mayoría de estas técnicas, además, tienen diversas ramificaciones en función de si se añade o se elimina información o de si se producen cambios a nivel gramatical o estructural, por poner un par de ejemplos.
La cosa es que llevamos más de cien años traduciendo títulos de películas, con ‘Charlot, periodista’, un corto de 1914 cuyo título original es ‘Making a Living’, como uno de los primeros casos que recordamos. Podemos llegar a entender la necesidad de las distribuidoras españolas de traducir algunos títulos de forma muy puntual para adaptarlos a nuestra cultura meta cuando la referencia del original corre el riesgo perderse al traspasar las fronteras de su país de origen, pero más allá de esto y de todo lo que tiene que ver con la maquinaria de marketing, que es mucho, está la calidad de la traducción en sí misma. Ahí es donde nuestro país tiene todos los números de salir perdiendo.


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